Categoria: escriptura

  • Sobre publicar en inglés, para no nativos

    Os recomiendo la lectura del post “Should non-native speakers publish in English?” publicado por Gera Nagelhout en su blog “Tobacco Control Research“. Gera aborda con frescura y franqueza un tema recurrente para los investigadores que no tenemos como lengua propia el inglés.

    Tras la clásica argumentación sobre el interés internacional o local de la investigación para justificar el idioma de publicación (y la aptitud para leer en inglés o no de los “profesionales-diana”), Gera propone “publicar” en ambos idiomas (inglés y propio), pero entiendo que no “traduciendo” el artículo, sino de una manera más eficiente. ¿Cómo? Se trata de aprovechar la ocasión de tener el artículo publicado en inglés para divulgar una nota de prensa en la lengua propia. Esto acercará el artículo no sólo al público general sino, en mi opinión, también a muchos profesionales “nacionales” que no siguen las publicaciones en inglés.


    Creo que esta práctica está bastante extendida en España. El buen hacer de muchos periodistas científicos, divulgadores científicos, y científicos a los que gusta explicar sus investigaciones (pero que no pretendemos etiquetarnos como “divulgadores científicos”) ha permitido hacer asequibles en nuestra lengua resultados de investigaciones que publicamos mayoritariamente en inglés.

    Acaba Gera refiriéndose al idioma en que escribimos nuestros blogs y tuits, a partir de su propia experiencia. En primer lugar, yo añadiría que el blog del investigador o del grupo de investigación es un lugar excepcional para poder explicar nuestros artículos (publicados seguramente en inglés) en nuestra propia lengua o lenguas –que a veces tenemos más de una lengua propia como nos pasa a muchos catalanes. En segundo lugar, creo que más allá de publicar la nota de prensa “oficial” (de la revista, de nuestra institución) deberíamos publicar algo más vivo o vivencial dirigido a la audiencia que tengamos identificada en nuestro blog. Algo así estamos intentando, por ejemplo, en el blog “Tobacco Related” o en este mismo blog, con entradas en catalán, castellano o inglés (y algunas en varios idiomas), según el tema abordado (¡y el tiempo disponible!). Y no sólo sobre nuestros artículos, sino también comentando otros artículos (normalmente en inlés) que así acercamos a los lectores de nuestro blog.

    Para acabar, recomiendo que no perdáis más tiempo conmigo y leáis el post “Should non-native speakers publish in English?” que ha motivado esta reflexión. ¡Ah! Y felicitar a Gera por su claridad, por la próxima defensa de su tesis doctoral y el symposium satélite a la defensa que ha preparado.

  • Desde mi escritorio: ¿cómo escribo un editorial?

    Hace unos días recibí uno de aquellos e-mails que,
    primero, te alegran el día y te hacen un poquito más feliz para, a
    continuación, amargarte de forma aguda (aunque transitoria) un poco la
    existencia. Se trataba de una editora de una prestigiosa revista, pidiéndome
    exquisitamente que escribiera un editorial sobre un artículo que yo mismo había
    revisado para la revista… todo educación, amabilidad, alguna idea a desarrollar
    e indicaciones sobre qué papel tienen los editoriales en esa revista… ¡y encima cobrando unas libras por la colaboración!. Aceptar
    rápidamente fue mi primer impulso… ¿cómo no aceptar tal “propuesta deshonesta”?


    Pero tras el subidón inicial (¡el BMJ no me invita a escribir
    un editorial cada día!) y casi a punto de aceptar aparecieron las dudas. El tema
    lo conocía, el artículo era bueno, el plazo bastante asequible… pero escribir
    un editorial para BMJ (o para cualquier revista) es toda una responsabilidad
    .
    Finalmente, tras meditarlo con algo más de calma, respondí al e-mail aceptando la
    invitación e inmediatamente reservé unas horas en mi agenda para dedicarle
    tiempo “de calidad” al editorial. Unos días después, la “cita” con el editorial
    fue algo frustrante: apareció ese bloqueo
    que te impulsa a procrastinar
    , y procrastiné. Dándole vueltas al asunto unos
    días después, me dije a mi mismo: “aplica lo que intentas enseñar en los cursos
    de escritura”, “piensa y genera ideas”, “pon esas ideas por escrito en una
    frase”, “haz explotar esas ideas en párrafos coherentes y bien estructurados”, “acuérdate
    del embudo”…. Y resultó bien la cosa… tanto, que cuando casi tengo terminado el
    editorial me digo: “esto lo tienes que explicar en el blog, y así aprovechas
    para explicar qué es esto de los editoriales”. Pues en ello estoy. Para ello
    voy a reciclar algún material que he escrito con Ana M. García para
    el curso de Escritura de
    artículos científicos
    del Master de metodología de la investigación
    en ciencias de la salud de la Universitat Autònoma de Barcelona
    .  
    El editorial es un texto breve, normalmente en un lugar
    prominente de la revista, en el que se expresa una opinión o se interpretan los
    resultados o las opiniones recogidas en otros artículos. Los editoriales suelen
    ser un encargo del director o directora de la revista o por su equipo a autores
    con experiencia en el campo sobre el que se desea el editorial. Normalmente, la
    revista pide a una persona experta en ese campo de investigación (que a veces
    ha sido evaluador externo del manuscrito, como os contaba antes) que elabore un
    editorial, comentando las aportaciones que hace ese trabajo o abriendo algunos
    puntos de debate a partir del mismo.
    El editorial no tiene una estructura tan clara como un artículo
    original. El IMRD (
    Introducción-Métodos-Resultados-Discusión) no se aplica a los editoriales.
    Además, los editoriales son textos breves, según la revista entre 600 y 1500
    palabras, de manera que las ideas-clave del mismo deben ser evidentes para los
    lectores. En un editorial debemos encajar lo que queremos expresar de manera
    clara y con una secuencia lógica en un espacio bastante limitado
    . ¡Complicado
    pero no imposible!.
    La “secuencia lógica” del editorial
    típico empieza con un párrafo a modo de introducción, con la enunciación del
    problema o cuestión principal y una tentativa de respuesta. BMJ, por ejemplo,
    sugiere al autor que cite el artículo comentado durante las 125 primeras
    palabras del texto (que recomiendan no sea de más de 800 palabras, y más corto
    si es posible). A este párrafo inicial siguen unos párrafos intermedios en los
    que se proporcionan evidencias y propuestas interpretativas. Para finalizar, el
    último párrafo debería ser conclusivo
    , con una
    respuesta convincente y concluyente. Muchas veces, la respuesta podría ser que
    no existe tal respuesta…  ¡si la
    argumentación es correcta, eso es más que aceptable!. Pocos editoriales tienen
    tablas, y tampoco figuras. Las citas bibliográficas deben ser recientes y
    realmente relevantes. Dada la brevedad misma del editorial, es frecuente que
    las revistas limiten las referencias (10 ó 20, no más). Y aunque lo he dejado
    para el final, un elemento importante de los editoriales (como en los
    originales) es el título. Las revistas son más flexibles con los títulos de los
    editoriales y aceptan títulos más “sugerentes”, con juegos de palabras o con
    algún tipo de “guiño” que los hagan más atractivos. Eso lo podéis comprobar
    fácilmente revisando conjuntamente los títulos de algunos editoriales y de los
    artículos “editorializados” de algunas revistas de calidad.
    Con estos deberes para quien esté
    motivado por el tema os dejo. Yo me vuelvo a mi editorial para el BMJ, pendiente
    de algunos retoques y que he abandonado un ratito para relajarme (¿procrastinación?)…¿Qué
    experiencias tenéis como lectores de editoriales? ¿Ayudan, son siempre claras,
    se parecen a lo que he descrito? Y como autores, ¿os parece más o menos difícil
    que escribir otras cosas?.


  • Cómo redactar un artículo… ¡y no me canso!

    Hace unas horas que he vuelto a casa*, cansado pero contento, después de impartir con Ana M. García un seminario sobre “Cómo redactar un artículo científico” de la Fundación Dr. Antonio Esteve, organizadora y “culpable” (sobretodo Fèlix Bosch, su director y buen amigo) de que este Seminario no pare. Y ya van 25 ediciones

    Una buena amiga me preguntaba no hace mucho: “mmm… ¿y no estás un poco cansado de dar este seminario?”. Y la respuesta es “no” –ella ya lo sabía. Cuando te gusta la docencia, y además tienes cierta experiencia con la escritura de artículos como autor y como editor de una revista, no te aburres con una cosa así. O al menos yo no me aburro. Me lo paso muy bien. Me siento incluso hasta un privilegiado: enseñar, a partir de lo que has aprendido, de lo que haces a diario, disfrutando, e incluso cobrando por ello, ¡es todo un privilegio! Y más teniendo delante 20 ó 30 personas deseosas de aprender. Cada una con su mochila, con más o menos experiencia, pero que en menos de una hora ya han caido en el embudo y se dejan conducir por él.


    ¿Por qué enseñar escritura cienífica? Sorprendentemente, la escritura científica no es todavía una materia frecuente en los planes de estudio de grado y posgrado, aunque algo se ha avanzado en los últimos años. Aunque los científicos de todos los ámbitos, y no menos en el biomédico, saben de la importancia de publicar (el publish or perish marcó época y sigue causando estragos), las habilidades para hacerlo forman parte, por lo general, del aprendizaje informal de doctorandos e investigadores motivados –¡y eso en el mejor de los casos!. Los investigadores han de escribir y publicar artículos, puesto que sin publicación la investigación queda inconclusa. Una investigación sin publicaciones no es una investigación.

    Como nuestros alumnos saben, en el seminario usamos la metáfora del embudo varias veces: para nosotros es simil de lo que debería ser un artículo. Una estructura por la que conducir a nuestros lectores hacia una única salida posible: comunicar eficientemente los resultados de nuestra investigación. De la misma manera intentamos captar su atención durante el seminario y conducirlos por la anatomía y fisiología del artículo, los trucos para una escritura eficiente, los intríngulis del proceso editorial y la ética en las publicaciones. Y enseñar esas cosas te hace volver a reflexionar sobre ellas, a estar atento para seleccionar nuevos ejemplos, a aprender de los errores, a pensar cómo comunicar mejor, a confrontar el “yo-autor” y el “yo-editor”…

    Estoy contento de haber repartido más de 600 embudos en los últimos 8 años por toda España, codo a codo con Ana, y con la ayuda de Fèlix, Elisabeth, Pol, Laura, Elisabet y Sergi de la Fundación. Doy las gracias a todos ellos, y a los participantes en estas 25 ediciones, por permitirme pensar que de esta manera también contribuyo al avance de la investigación en este país y, sobretodo, por hacerme sentir tan bien.



    *PS: Cuando acabo de escribir esto ya han pasado 24 horas desde el Seminario. Pero las sensaciones no cambian. Y además, he visto un post que me ha hecho sentir bien –gracias Ángela! 🙂

    1ª Edición: Valencia, enero de 2004 (foto: Fundación Dr. Antonio Esteve)

    25ª Edición: Barcelona, mayo de 2012 (foto: Fundación Dr. Antonio Esteve)