Categoria: impact factor

  • En búsqueda del cuartil platino

    En búsqueda del cuartil platino



    Hace unas semanas recibimos y diseminamos con
    inmensa alegría la noticia del nuevo 
    factor
    de impacto bibliográfico (FIB) [1] de Gaceta Sanitaria. El
    último Journal Citation Reports de
    Thomson-Reuters sitúa a Gaceta Sanitaria con un 1,509, como el mismo Comité
    Editorial de Gaceta nos recordaba hace un rato en un correo electrónico. Pensé, hace ya unas
    semanas, en escribir sobre este nuevo FIB, recordando una carta [2] que escribí hace más de 20
    años cuando se publicaron los FIBs de 1993… (cartita ya antigua pero ciertamente
    iniciática para mí). No hace mucho, Alberto Ruano ya reflexionaba acerca del
    alcance del FIB de Gaceta Sanitaria en el blog de la revista [3], por lo que voy a intentar
    no repetir cosas ya explicadas en otras ocasiones [3-6]

    Ha llovido mucho desde 1993, cuando Gaceta
    Sanitaria no estaba indexada en
    Science Citation Index y la categoría de
    salud pública tenía sólo 60 revistas. Internet estaba eclosionando en todos los
    ámbitos, y empezaba a incorporarse al mundo de las publicaciones. Era el
    momento de las primeras revistas con versión en internet y el incipiente desarrollo
    de nuevas funcionalidades a través de la web [7]
    , lejos aún del subidón del
    movimiento “open access” [8,9]
     y el empacho de
    revistas que se está produciendo (y algunas de ellas, “depredadoras”). Ahora tenemos, indexadas y con BIF, nada más
    y nada menos que 172 revistas. 



    Figura. Evolución (1993-2015) del Factor de Impacto Bibliográfico (FIB) en la categoría de salud pública (FIB máximo dela categoría, FIB primer cuartil, y FIB de Gaceta Sanitaria). Elaboración propia a partir de los Journal Citation Reports del Web of Science.

    Las fluctuaciones
    del FIB máximo son más que evidentes (Figura), con un máximo histórico en 2009 de 17,500
    para
    Epidemiological reviews. Esta revista, de artículos de revisión, ha
    sido la de mayor impacto en ocho de los 23 años aquí considerados 
    (1993-2015), como Annual
    Review of Public Health
    , que lo ha sido en tres ocasiones en el mismo
    período.
     Pero no siempre han
    sido revistas de artículos de revisión las que han encabezado el ránquing:
    durante tres años consecutivos (1993, 1994 y 1995) lo fue
    American Journal of Epidemiology,
    y en los últimos tres años, lo fueron
    International Journal of Epidemiology (2013) y Lancet Global Health (2014 y 2015). Esta última revista debutó con un FIB en 2014 de 10,042,
    a pesar de no haber recibido citas a artículos publicados en 2012, puesto que
    la revista vio la luz en julio de 2013.
    Lancet Global Health es una
    revista de acceso abierto, en la que los autores costean la producción editorial
    y publicación del artículo. Es lo que conocemos como acceso abierto 
    Gold Road, a
    diferencia de otras revistas también de acceso abierto, en que los propietarios
    y/o suscriptores costean la producción y publicación (como por ejempo
    Environmental
    Health Perspectives
    , del gobierno federal norteamericano). Esta es la modalidad de acceso abierto conocida como Platinum
    o Diamond Road 
    [10]
    .


    Si descartamos los valores máximos de 2008 y
    2009 (Figura), y suavizamos imaginariamente la tendencia, podemos observar un aumento
    casi ininterrumpido del FIB máximo, que toma una forma de J (más J si “ayudamos” cerrando un
    poco el eje de las abscisas), sin llegar a ser exponencial. El valor del FIB
    máximo se ha multiplicado por 3,5 entre 1993 y 2015. En cambio, si nos fijamos en el valor del primer cuartil del FIB, observamos una tendencia ciertamente lineal
    en estos 23 años, con un valor que no ha llegado a duplicarse, a pesar del gran
    incremento del FIB máximo. Por lo tanto, debido sobre todo al gran aumento del número
    de revistas en la categoría (de 60 a 172), el número de revistas en el primer
    cuartil ha aumentado, con un rango más amplio de valores dentro de él.


    ¿Y Gaceta Sanitaria?  Con ciertas vacilaciones, el FIB de Gaceta
    Sanitaria ha aumentado desde el inicial 1,172 hasta el actual de 1,509, es
    decir, un aumento de 0,337 puntos o de un 28,8% más, depende de si eres “absolutista
    o relativista”. Me inclino por atender a la diferencia relativa, algo mayor del
    25%, e interpretarla como un excelente incremento. Gaceta Sanitaria sigue en el
    tercer cuartil, a 18 posiciones de la mediana y del salto al segundo cuartil,
    que tanto nos va a gustar. Está Gaceta Sanitaria, estamos –me gusta decir– a poco más de una
    décima (exactamente a 0,123 puntos de FIB) de la mediana. Como el FIB de 2015 es,
    simplificando, el cociente entre citas
    recibidas en 2013 y 2014 y el número de “artículos” publicados en 2013 y 2014, si
    se mantiene un número similar de artículos publicados (como parece que ha sido en 2015 [11]) y se consiguen 20 (sólo
    20) citas más, el BIF subiría hasta 1,630, y hasta 1,690 con otras 10 citas
    adicionales.

    Por ello, creo que Gaceta Sanitaria debe
    mantener su aceptable porcentaje de autocita, que ha ido disminuyendo [12]
     hasta el 18% en 2015, sin
    incrementarlo artificialmente para manipular y obtener un mayor FIB. Gaceta
    Sanitaria debe captar más citas. Y eso, en mi opinión,
    se consigue publicando más artículos
    relevantes, que sirvan no sólo para la práctica epidemiología, la salud pública, la economía de la salud y la administración sanitaria, sino que además sirvan a autores (locales, internacionales,
    y
    glocales) para sus
    publicaciones y los citen. Y como “la caridad bien entendida empieza por uno
    mismo”, que dice el refrán, somos los autores y autoras quienes debemos
    conocer qué se publica en Gaceta Sanitaria y citarlo (siempre que toque) en
    nuestras publicaciones en otras revistas, y así contribuir al FIB de la
    revista.

    Evidentemente, el incremento de la presencia de
    la revista en redes sociales, noticias en medios de comunicación, artículos
    divulgativos en boletines de consumidores y pacientes, y cualquier otra
    difusión que de su producción se haga será en beneficio de la visibilidad y
    citabilidad posterior de los artículos. Y no en menor grado, el acceso libre (Gold
    Road
    en Gaceta Sanitaria) a todos los contenidos de la revista favorece el
    uso y posterior citación de los artículos [13]. Otra cosa, tema
    recurrente en la revista, es el impacto que el copago (que asumen los autores) tenga
    en la afluencia de manuscritos [11,14]. Y sigo opinando
    que este copago es un mal menor, si se me permite la expresión. Ese copago no es
    sólo beneficioso para el sustento digno de la revista, sino que sustenta un
    acceso abierto que repercute en un beneficio académico y de visibilidad para
    los autores, y para la revista (y para su FIB) a pesar del gasto en que los autores
    deben incurrir. Evidentemente me gustaría que la revista anduviera por una Diamond
    Road
    , seguramente posible gracias a una mayor obtención de recursos por
    parte de SESPAS y las sociedades federadas, a ser posible con la complicidad de
    las administraciones sanitarias y organismos de investigación (redes, centros,
    institutos…) con competencias en salud pública.

    Y para acabar, aprovecho para felicitar a
    Carme Borrell y su equipo editorial por todo el trabajo hecho, que ha sido
    mucho y bueno, y que va, afortunadamente, mucho más allá de unas décimas de FIB.
    Y animo a Carlos Álvarez-Dardet y su nuevo equipo a seguir en esa línea, a
    mejorar en todos los sentidos que puedan la revista, incluyendo también alguna
    decimita de FIB, pero sobre todo para que Gaceta Sanitaria catalice y canalice nuestra
    investigación y siga siendo un verdadero instrumento para el desarrollo de la salud
    pública y la administración sanitaria.
    Esteve Fernández
    Institut Català d’Oncologia (ICO) / Institut d’Investigacions Biomèdiques de Bellvitge (IDIBELL) / Universitat de Barcelona (UB)

    Declaración de intereses:
    El autor fue 5 años editor asociado y 6 años director de la revista Gaceta Sanitaria, y en la actualidad es miembro de su Consejo Asesor. Además, hasta septiembre de 2016 es el Presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), sociedad federada en SESPAS, propietaria de la cabecera de Gaceta Sanitaria. Todas las opiniones recogidas en este post son del autor, y en ningún caso lo son necesariamente de sus empleadores (ICO, IDIBELL, UB) ni de la SEE o la SESPAS.



    Referencias e hiperenlaces 

    [1] Garfield E. The history
    and meaning of the journal impact factor. JAMA. 2006;295:90-3.  Disponible en: http://garfield.library.upenn.edu/papers/jamajif2006.pdf
    [2] Fernández E. Factor de
    Impacto Bibliográfico 1993. Epidemiología y Salud Pública. Gac Sanit. 1995; 9:
    213-214. Disponible en:  http://gacetasanitaria.org/es/pdf/S0213911195712390/S300/
    [3] Ruano A. Gaceta Sanitaria: factor de impacto,
    donde estamos y hacia dónde vamos. Blog de Gaceta Sanitaria. Publicado: 19
    diciembre 2014. Disponible en: http://bloggaceta.elsevier.es/blog-del-comite-editorial/gaceta-sanitaria-factor-de-impacto-donde-estamos-y-hacia-donde-vamos/
    [4] Porta M, Fernandez E,
    Bolúmar F. Commentary: The ‘bibliographic impact factor’ and the still
    uncharted sociology of epidemiology. Int J Epidemiol. 2006;35:1130-1135.
    Disponible en: http://ije.oxfordjournals.org/content/35/5/1130.full.pdf+html
    [5] Porta M, Fernández E,
    Murillo J, Alguacil J, Copete JL. The bibliographic “impact factor”,
    the total number of citations and related bibliometric indicators: The need to
    focus on journals of public health and preventive medicine. Soz Präventivmedizine
    2004; 49: 15-18. Disponible en: http://link.springer.com/article/10.1007%2Fs00038-003-0031-4
    [6] Porta M, Copete JL,
    Fernandez E, Alguacil J, Murillo J. Mixing citations to journals, articles and
    authors, and other catches in the bibliographic ‘impact factor’. Cad Saúde
    Pública 2003;19:1847-1862. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/csp/v19n6/a30v19n6.pdf
    [7] Fernández E. Internet y Salud Pública. Gac Sanit. 1998;12:176-181. Disponible
    en: http://gacetasanitaria.org/es/internet-salud-publica/articulo-resumen/S0213911198764684/
    [8] DOAJ. Directory of Open Access
    Journals.
    Disponible en: https://doaj.org/
    [9] Galán I, Pérez-Gómez B, Primo-Pena
    E. ¿Quién teme al open access? Un movimiento en crecimiento, oportuno y
    necesario. Gac Sanit. 2015;29:139–141. Disponible en: http://gacetasanitaria.org/es/quien-teme-al-open-access/articulo/S0213911114002866/
    [10] García AM. ¿Qué aporta el acceso
    libre? Poca cosa, los principales problemas siguen y aparecen algunos más. Gac
    Sanit. 2015;29(2):142–144. Disponible en: http://gacetasanitaria.org/es/que-aporta-el-acceso-libre/articulo/S0213911114002830/
    [11] Borrell C, Domínguez-Berjón MF, Álvarez-Dardet C, et al. Gaceta Sanitaria en
    2015. Gac Sanit. 2016;30:94-6. Disponible en: http://gacetasanitaria.org/es/gaceta-sanitaria-2015/articulo/S0213911116000121/
    [12] Fernández E. Autocitas y factor de
    impacto en revistas biomédicas españolas. Blog “Caixa de Puros”. 3 de
    septiembre de 2012. Disponible en: https://www.caixadepuros.cat/2012/09/autocitas-y-factor-de-impacto-en.html
    [13] Mizera K. Open Access increases citations – yes or no?. Open Science Blog. 23
    de abril de 2013. Disponible en: http://openscience.com/open-access-increases-citations-yes-or-no/
    [14] Borrell
    C, Domínguez-Berjón MF, Álvarez-Dardet C, et al. Nuestra experiencia en el Comité Editorial de
    Gaceta Sanitaria. Sobre todo, ¡muchas gracias! Gac Sanit 2016;30:170-1.
    Disponible en: http://gacetasanitaria.elsevier.es/es/nuestra-experiencia-el-comite-editorial/articulo/S0213911116300383/
    NB: Todos los enlaces funcionaban correctamente en la fecha de publicación del post, 20/02/2016. En caso de descubrir cambios posteriores que no permitan llegar a los documentos, el autor solicita que le sea comunicado escribiendo a efernandez@iconcologia.net. Gracias.
  • No hay dos sin tres: crónica final del congreso de peer review

    Ya a pelota pasada, que tampoco es tan malo aunque suene a excusa, quiero poner por escrito las últimas impresiones y reflexiones sobre el 7º International Congress on Peer Review and Biomedical Publication. Del tercer día de sesiones tengo poco que contar, porque abandoné el congreso rumbo al aeropuerto tras la primera mesa. Pero valió la pena volver al congreso a las 8 am y aunque sólo fuera por hora y media para escuchar la sugerente conferencia de Ana Marusic con el título “Whither Peer Review Research?” (algo así como… ¿hacia donde va la investigación en peer review?) y asistir al sencillo pero emotivo homenaje a Drummond Rennie (primer y seunda fotos), editor de JAMA y “alma” del #PRC. Ana Marusic, ex-editora del Croatian Medical Journal y actual editora del Journal of Global Health nos enseñó datos de un trabajo realizado sobre las 504 comunicaciones presentadas en los seis Congresos precedentes. El dato: el 60% (305/504) de las comunicaciones se conviertieron en artículos publicados (y el 43% en JAMA). Eso parece una buena probabilidad a priori… [y soñamos… que nuestra comunicación sobre los cursos de escritura científica se convierta en un artículo… y en JAMA?…]. Despierto y sigo con esto. Análisis: ¿botella medio llena o medio vacía? Esos números son mejores que los conocidos en otros congresos de especialidades médicas… aunque que un 40% de abstracts no hayan llegado a publicarse es una dato preocupante –los asistentes mayoritariamente lo ven así. Yo también… ¿podemos hablar de “editors’ self-publication bias”? 

    Sea como sea, parece que la investigación sobre peer review y edición biomédica goza de buena salud. A mi particularmente me ha llamado la atención que la mayoría de asistentes al Congreso proviene de revistas anglosajonas o en inglés. Sólo un 8% de las comunicaciones proceden de países en vías de desarrollo. Y los únicos asistentes llegados de España, y que presentamos una comunicacion, fuimos Fèlix y yo. Y me pregunto, las revistas españolas, ¿están interesadas en la investigación sobre peer review? Yo creo que sí, y hemos visto como algunas revistas (Med Clín, Gac Sanit, Rev Esp Cardiol, Arch Bronconeumol, Rev Esp Salud Publica…) han dedicado esfuerzos a “investigar” algunos aspectos sobre su proceso editorial, aunque casi siempre –eso sí– en relación a sus patrones de citación y el idolatrado factor de impacto bibliográfico. 

    Otros aspectos (sesgos de publicación, adherencia a guías de publicación, calidad de las revisiones, conflictos de intereses, autoría, por mencionar los que me vienen de corrido) han sido poco o nada abordados por nuestras revistas. Aunque existen algunas iniciativas (como MEDES o alguna reunión propiciada desde la Biblioteca Nacional de ciencias de la salud y Scielo España), quizás ya sea momento de que los editores de revistas biomédicas españolas pongamos cosas en común, tengamos algún encuentro para compartir (y pensar) juntos, y empecemos a tener proyección internacional. A ello deberían contribuir las sociedades científicas y empresas editoriales propietarias de las cabeceras de las revistas. ¿Para cuándo un primer congreso (o como se le quiera llamar) con investigación sobre publicación biomédica en España?

    Y para acabar, os dejo unas imágenes del imponente Chicago del que pudimos disfrutar sólo de forma muy apurada… queda pendiente visitar esta ciudad con algo más de calma, ¿quizás en un próximo congreso de peer review?.

    Conflictos de intereses: Mi asistencia al Congreso ha sido íntegramente sufragada por la Fundación Dr. Antonio Esteve, que organiza los Seminarios sobre publicación científica que imparto junto con Ana M. García desde el año 2004 y que fueron el motivo de nuestra comunicación. 

  • Peer review, peer discussion

    ¿A qué viene este título?, debéis pensar… Pues al hecho, sencillo pero contundente, de lo que más me está gustando de este congreso: el nivel no sólo de las comunicaciones sino sobretodo de la discusión posterior a cada de una de ellas, que además se extiende a los “refreshments”, comidas y sesiones de pósters. Se trata justamente de eso, una discusión por semejantes o por colegas. Abierta, franca, inteligente, atrevida, y hasta en algunos momentos divertida y provocadora. Eso, creo, tiene mucho valor, y es un valor añadido a las comunicaciones que se presentan.

    Estas discusiones no son casualidad. Son fruto de la conjunción de varios factores además de la calidad de las comunicaciones (algo variable, siempre en el cuartil superior mayoritariamente), pero sobretodo de otros dos factores: el tempo con que se desarrolla el congreso (10 minutos para la presentación y otros tantos para preguntas) y la voluntad de participar (tras cada presentación, y a pesar de los 10 minutos que se dedican a preguntas, hay quien se queda sin poder intervenir). Y, como recordaba en el post anterior, de forma secuencial, sin tener que ir de una sala a otra y sólo pendientes de lo que va sucediendo. Todo un lujo que hace mucho más provechoso el congreso.

    El segundo día de congreso se ha iniciado con una plenaria en la que Phil Campbell, editor de Nature, nos ha explicado cuáles son a su entender (y por extension de su revista) los retos en la selección de artículos (para ser publicados) en los tiempos que corren. Ha sido una ponencia muy vivencial, con ejemplos del día a día de Nature, que van más allá de lo que muchos nos podemos imaginar… empezando por una de las afirmaciones iniciales: “Nuestro proceso para seleccionar artículos es el mismo que el de hace 30 años”, aderezada con el hecho de que Nature no tiene comité editorial sino una veintena de editores a dedicación completa, de entre 30 y 50 años reclutados entre profesores universitarios y postdocs, que manejan unos 11.000 (sí, 11.000) manuscritos al año. Campbell ha explicado que los editores no piensan en el futuro impacto en términos de citas de los trabajos evaluados, sino sobre su impacto en ciencia, y que incluso publican manuscritos con informes negativos de todos los revisores. Campbell ha planteado también los retos y sobretodo dificultades de la multidisciplinareidad y de estar en los límites del conocimiento, que al mismo tiempo considera lo más interesante (“exciting” en inglés, bonito palabro) de estar en Nature. 

    Las sesiones del día han abordado los sesgos en las publicaciones, desde originados por conflictos de intereses al clásico sesgo de publicación, incluyendo la no publicación como artículos de casi el 50% de las comunicaciones presentadas en congresos biomédicos (¿por qué? por falta de tiempo contestan mayoritariamente los autores). Las dos sesiones de la tarde han abordado los retos y problemas con el registro de ensayos y el intercambio de datos (“data sharing”). 

    Kay Dickersin, directora del Centro de Ensayos Clínicos de la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, ha cerrado el día como ponente de la Equator Annual Lecture, a la que ya no he asistido, pero que parece ha sido interesante por los tuits que he leido, de los que os dejo una mini-selección:

    Pero también hay que contar que hoy, además, se abrían las sesiones de pósters, en la que hemos presentado con Fèlix Bosch el trabajo realizado junto a Ana M. García y Eli Serés sobre los seminarios de escritura de la Fundación Dr. Antonio Esteve. Tras 10 años y 27 seminarios, hemos evaluado la satisfacción de los casi 800 alumnos que han seguido los seminarios y, quizás más importante, el impacto de los mismos en los conocimientos y habilidades para escribir y publicar artículos. Podéis ver el poster en este link y… sacar vuestras propias conclusiones!

    Y mañana será otro día…

    Annette Flanagin, Coordinadora del congreso y Managing Deputy Editor de JAMA con Fèlix Bosch

    Ginny Barbour, Chief Editor de PLoS Medicine, con Esteve Fernández 

    Conflictos de intereses: Mi asistencia al Congreso ha sido íntegramente sufragada por la Fundación Dr. Antonio Esteve, que organiza los Seminarios sobre publicación científica que imparto junto con Ana M. García desde el año 2004 y que fueron el motivo de nuestra comunicación. 

  • Destino: Chicago, Peer Review and Biomedical Publication Congress

    Durante tres días, del 8 al 10 de septiembre, se celebra en Chicago el Congreso sobre revisión por pares o expertos y publicación biomédica (el “peer review congress”, o #PRC7 en twitter). Este congreso tiene lugar cada 4 años y llega a su séptima edición, tras pasar por Chicago en tres ocasiones (1989, 1993 y 2005), Praga (1997), Barcelona (2001) (empezaba el tristemente recordado 11-S) y Vancouver (2009).

    El Congreso ha empezado muy animado, con una sesión plenaria a cargo del Prof. John Ionannidis sobre la reproducibilidad de la investigación biomédica. Ioannidis ha mostrado una plétora de resultados (de su propia cosecha) sobre la falta de validez de muchísimos artículos, imposibilidad de reproducir la mayoría de estudios, exageración de la magnitud de efectos y presencia de todo tipo de sesgos. Aquí os dejo unos tuits representativos de la presentación de Ioannidis:

    Y os recomiendo este post de Richard Smith que resume y comenta a la perfección la presentación.

    Por cierto, este Congreso tiene una actividad abrumadora en twitter. Una veintena de asistentes están tuiteando sobre las comunicaciones: “titulares”, preguntas, reacciones más o menos ingeniosas… con el hashtag #PRC7 que la propia organización (@peerrevcongress) ha promocionado incluso antes de empezar el Congreso. ¡Seguro que mucha gente lo va a aprovechar! Richard Smith, ex-editor de BMJ, que anda por aquí, lo ve de esta manera…:

    Tras la plenaria, dos interesantes mesas: una sobre “autoría” y otra sobre “citación”. Vale la pena mencionar que se trata de mesas consecutivas, es decir, ¡no hay sesiones o mesas simultáneas!. Este es  un Congreso de mediano tamaño (no llegamos a los 600 participantes) y la organización ha previsto las sesiones “en serie” en vez de “en paralelo” (ver programa). Me parece fantástico y libera a los asistentes (y ponentes) de ese sentimiento de “no poder estar en todo” que nos invade (por lo menos a mi) cuando hay comunicaciones interesantes que gustaría atender… ¡al mismo tiempo en tres salas diferentes!.

    Los resúmenes de las presentaciones se publican en la web del Congreso (http://www.peerreview.congres.com) el mismo día en que se presentan, pues están embargados hasta ese día –y los organizadores, JAMA y BMJ, han insistido en ello a los autores. Intentaré hacer alguna crónica adicional sobre qué se cuece por aquí y también para contar algo del póster que presentaremos con Fèlix Bosch sobre la experiencia de los seminarios de escritura científica de la Fundación Dr. Antonio Esteve. Para ir haciendo boca, os dejo el título: “Ten years’ experience teaching health professionals to write and to publish articles”, y en el próximo post os lo explico!.

    PS/ Este post no ha tenido revisión por expertos y es de mi sola responsabilidad.

    Conflictos de intereses: Mi asistencia al Congreso ha sido íntegramente sufragada por la Fundación Dr. Antonio Esteve, que organiza los Seminarios sobre publicación científica que imparto junto con Ana M. García desde el año 2004 y que fueron el motivo de nuestra comunicación. 

  • ¿Tienen impacto bibliográfico los libros?

    Los libros, como cualquier documento (escrito o no), pueden ser citados en los artículos científicos. Por tanto, la respuesta a la pregunta del título de este post es casi trivial… o no. Aplicar estrictamente a los libros la definición del factor de impacto bibliográfico inventado por Eugene Garfield para las revistas no es posible. Las revistas contienen artículos, que son las unidades citadas. El factor de impacto es el resultado de dividir la suma de las citas a los artículos de una revista en un período de tiempo (tradicionalmente 2 años, aunque ahora Thomson-Reuters ya calcula el “5-year impact factor”) entre el número de artículos (originales y revisiones, parece ser) que publica la revista. Algo así, aunque no exactamente, como el promedio de citas por artículo publicado en la revista. Tras esta explicación, obviamente nos damos cuenta que eso, para los libros, no funciona. Pero los libros sí son citados. Cualquier investigador habrá citado un libro, o un capítulo de un libro, entre la biliografía de sus artículos… ¡Por lo tanto, algún tipo de “impacto” deben de tener!
    Aunque los libros no sean la punta de lanza del conocimiento científico –para eso están los artículos originales publicados en las revistas–, no es menos cierto que el “conocimiento asentado” se difunde a través de los libros, como instrumento docente tanto en las aulas como fuera de ellas, y como sustento o fundamento de conocimiento establecido para la práctica de una disciplina y para la investigación. En el mundo de las ciencias biomédicas, los libros de metodología epidemiológica y bioestadística tienen una misión importantísima en el desarrollo de la investigación observacional (clínica y epidemiológica). Por ello, algo atrapados por la posibilidad de “contar citas” y por la creencia de que los libros “de epidemiología” (o de metodología, incluyendo la estadística, la salud pública y la medicina preventiva) van marcando un cierto camino, tanto de la disciplina como de la investigación en otras disciplinas que aplican la metodología epidemiológica, hemos analizado la frecuencia y tendencias en el tiempo de las citas a libros de epidemiología en un artículo publicado esta misma semana en la revista PLoS One.
    En este trabajo liderado por Miquel Porta, hemos analizado, a partir del Web of Knowledge, las citas recibidas por 125 libros del ámbito de la epidemiología, la estadística, la salud pública y la medicina preventiva que habían recibido, por lo menos, 25 citas desde el año 1945 (o año de publicación del libro) hasta 2010. Como indicadores del “impacto” hemos usado el número total de citas, la media de citas por año desde la publicación del libro, y la tasa anual de citas, calculada como el número de citas recibidas cada año dividida entre los libros disponibles cada año.
    Como se observa en la Figura I, los libros publicados por primera vez en 1980-1989 tuvieron el mayor número total y promedio de citas por año. Nueve de los 10 textos se centraron en los métodos estadísticos más citados. El libro “Applied logistic regression” de Hosmer y Lemeshow recibió el mayor número de citas y la media anual de citas más alta.

     Figura I: Evolución del número de citas en el tiempo de los cinco libros más citados

    El auge de los métodos multivariantes, la epidemiología clínica o la epidemiología nutricional se refleja en las tendencias de citas, seguramente porque son citas seguramente “necesarias” desde un punto de vista metodológico en las secciones de materiales y métodos de gran número de artículos. De forma diferente, los libros de texto educativos, los libros orientados a la práctica, los libros de conocimiento o concepto sustantivo epidemiológico o sobre políticas de salud reciben muchas menos citas. La figura II muestra un ejemplo de estas tendencias a partir de las citas recibidas por dos libros “metodológicos” (los de Breslow & Day y Sclesselman & Stolley) y dos libros “docentes” (los de MacMahon et al. y Lilienfeld et al.).


    Figura II: Evolución del número de citas en el tiempo de dos libros metodológicos y dos libros docentes

    La baja frecuencia de citas a libros sobre conceptos y políticas en relación a las de libros sobre métodos no significa necesariamente que la literatura presta menos atención a la teoría que a las cuestiones metodológicas. Estas cifras podrían reflejar que los autores de los artículos tienden a dar ideas y conceptos básicos por sentado, que asumen como parte de la base de conocimiento de la mayoría de los lectores, y que por lo tanto esos conceptos no necesitan ser referenciados. Por ello, la frecuencia de citación es una modesta aproximación a la influencia de los libros. Probablemente, la razón principal por la que los libros de bioestadística encabezan la lista se deba a que proporcionan citas convenientes para los diseños de estudios y las técnicas estadísticas utilizadas en la investigación biomédica, como piden la mayoría de las revistas biomédicas.
    Cuando este trabajo estaba ya en curso, Thomson-Reuters anunció el lanzamiento del Book Citation Index. Seguramente esta herramienta del Web of Science permitirá nuevos y más detallados análisis del patrón de citación de los libros académicos (como acaban de publicar López-Salinas y colaboradores) o relaciones más complejas entre las citas entre libros y artículos, a través del tiempo, según disciplinas y otras variables como el idioma de publicación o la disponibilidad en internet.


    Nota: Este post está basado en el artículo Trends in Citations to Books on Epidemiological and Statistical Methods in the Biomedical Literature de Miquel Porta, Jan P. Vandenbroucke, John P. A. Ioannidis, Sergio Sanz, Esteve Fernandez, Raj Bhopal, Alfredo Morabia y César Victora, publicado en la revista de Acceso Libre (Open Access) PLoS ONE. 2013; 8(5): e61837.  De ese artículo, del que soy co-autor, he tomado las dos figuras incluidas así como algunos pasajes de texto. La foto del encabezamiento son mis libros de epi y estadística. Y claro: animo a los lectores interesados a la lectura del artículo original.
  • Autocitas y factor de impacto en revistas biomédicas españolas

























    Hace unos años vi con cierta sorpresa un “artículo” en una revista
    biomédica española cuyo título incluía algo así como “la colección de
    mariposas”… llamativo título que me hizo picar y descubrir un curioso trabajo. En
    él que, según palabras del autor, se
    «repasa[ban] los acontecimientos clínicos publicados
    en 2007
    » en esa revista. Me
    sorprendió el formato de la compilación: «¿es necesario que una revista médica
    describa casi que uno por uno los “casos clínicos” que ha publicado el año
    anterior?». Y, claro, me cuestioné su verdadero objetivo al encontrar citadas
    las 17 notas clínicas… Pensé, «¿no será esta una manera sencilla de “alimentar”
    el número de citas a la revista para aumentar su factor de impacto?».

    Tras las dudas iniciales recordé rápidamente otro artículo publicado en la
    misma revista unos meses antes. Lo busqué y comprobé que, de forma parecida,
    hacía un repaso de los 59 artículos originales publicados el año anterior.
    Evidentemente, esos 59 artículos estaban citados en la bibliografía del
    trabajo. «¿Esto no lo había visto yo antes?» me pregunté… y una navegación
    rápida por los sumarios de la revista me permitió identificar otro artículo
    similar del año anterior: recopilatorio sobre los originales publicados durante
    el año precedente que añade 61 citas a la revista. Todo eso me sonó a
    “ingeniería perversa del factor de impacto”
    .
    Tres o cuatro años después, esa revista y
    unas cuantas más fueron penalizada por Thomson Reuters por tener un “patrón de
    citación anómalo”
    . Aunque
    continúa indizada en Science Citation Index, ya lleva dos años en “observación”
    y, mientras tanto, no se le calcula el factor de impacto bibliográfico y tampoco
    aparece en los Journal Citation Reports (JCR).


    Conocer las autocitas de las revistas que computan para el factor de impacto
    es fácil: desde hace unos años, Thomson Reuters incluye en los JCR las autocitas
    de las revistas. Así que  me he propuesto
    dar un vistazo algo más sistemático en unas cuantas revistas biomédicas, con
    especial atención a las revistas españolas, para explicarlo. Para ello, he
    seleccionado (según mi criterio personal) doce revistas españolas de diversos
    ámbitos biomédicos (tabla 1) para analizar su patrón de autocitas atendiendo a la
    tendencia del porcentaje de autocita (PAC) en los últimos años de cada revista y
    la comparación del PAC de la revista con el PAC medio de las 5 revistas con
    mayor factor de impacto en su correspondiente categoría del JCR.
     
    Tabla 1. Revistas seleccionadas y categoría del Journal
    Citation Reports (Science Edition)
    Título abreviado*
    Categoría
    FI 2011
    Med Clín (Barc)
    Medicina general e interna
    1,385
    Rev Clin Esp
    Medicina
    general e interna
    2,008
    Aten Primaria
    Medicina
    general e interna
    0,627
    Rev Esp Cardiol
    Sistema
    cardiovascular
    2,530
    Rev Esp Enf Dig
    Gastroenterología
    y hepatología
    1,548
    Enf Inf Microbiol Clin
    Enfermedades
    infecciosas
    1,491
    Neurología
    Neurología
    clínica
    0,790
    An Pediatria
    Pediatría
    0,770
    Gac Sanit
    Salud pública,
    ambiental y ocup
    1,326
    Clin Transl Oncol
    Oncología
    1,327
    Int J Dev Biol
    Biología del
    desarrollo
    2,823
    Emergencias
    Medicina de urgencias
    2,486
    *Abreviación de
    la US National Library of Medicine (PubMed)

    En la tabla 2 se muestran los PAC en el quinquenio de estudio, para cada
    una de las 12 revistas, y el PAC promedio de las 5 revistas “top” (con mayor
    factor de impacto) de las categorías correspondientes. Se trata de los PAC que
    contribuyen al factor de impacto del año en cuestión, tal y como se
    proporcionan en los JCR. En general, los PAC de las revitas españolas son
    elevados (la mayoría entre un 30 y 40%) y dentro de un margen de variabilidad,
    se mantienen estables para cada revista. Llama la atención el elevado PAC (77%)
    de la Rev Clin Esp, a expensa del cual ha aumentado su factor de impacto entre
    2010 y 2011 (de 0,762 a 2,008). Todas las revistas analizadas tienen PACs mucho
    mayores que el PAC promedio de las revistas “top” de su categoría (casi todos
    inferiores al 5%). El elevado PAC medio de las cinco revistas con mayor factor
    de impacto en la categoría “medicina de urgencias” es debido justamente a la
    propia contribución de la revista Emergencias, que es la tercera con mayor
    factor de impacto de la categoría y al mismo tiempo la revista que tiene mayor
    PAC.
    Tabla 2. Porcentaje de autocita (PAC) que contribuye al
    factor de impacto según  el JCR  (años 2007 a 2011) y PAC medio de las 5
    revistas con mayor factor de impacto de la categoría (2011)
                    PAC de las revistas
                                 (año)
    PAC medio
    Título abreviado*
    2007
    2008
    2009
    2010
    2011
    2011
    Med Clín (Barc)
    44,0
    38,0
    32,0
    31,0
    38,0
    2,2
    Rev Clin Esp
    49,0
    47,0
    28,0
    37,0
    77,0
    2,2
    Aten Primaria
    51,0
    49,0
    47,0
    2,2
    Rev Esp Cardiol
    58,0
    54,0
    45,0
    28,0
    38,0
    5,2
    Rev Esp Enf Dig
    43,0
    38,0
    34,0
    36,0
    29,0
    4,4
    Enf Inf Microbiol Clin
    28,0
    19,0
    26,0
    32,0
    29,0
    5,2
    Neurología
    37,0
    40,0
    25,0
    34,0
    46,0
    18,0
    An Pediatria
    **
    **
    28,0
    35,0
    33,0
    4,0
    Gac Sanit
    **
    **
    32,0
    22,0
    32,0
    4,8
    Clin Transl Oncol
    **
    **
    7,0
    3,0
    5,0
    1,6
    Int J Dev Biol
    1,0
    3,0
    5,0
    3,0
    2,0
    2,2
    Emergencias
    **
    **
    **
    45,0
    46,0
    23,8

    *Abreviación de la US National Library of Medicine
    (PubMed); **No disponible por haber sido incluidas en los JCR con posterioridad

    Sería muy simple explicar estos elevados PAC de la mayoría de las revistas
    biomédicas españolas analizadas en este ensayo como parte de las estrategias de
    los editores para incrementar el factor de impacto artificialmente, con casos
    extremos como el de los “artículos autocitantes” comentados al inicio. Como
    editor de una revista española durante algo más de dos lustros, confieso que he
    estado algo preocupado (por no decir algo obsesionado) por el factor de impacto
    de la revista, y por ello he insistido en el uso correcto de las autocitas. Autocita no es sinónimo de fraude, aunque
    en algunas revistas se haya recurrido a la autocita de forma fraudulenta
    .
    No
    creo que el factor de impacto de las revistas deba ser recalculado restando las
    autocitas, pues cierto grado de autocita es inevitable o, aún mejor, es algo
    inherente a la investigación y positivo para la revista. Creo que es muy lógico y natural encontrar en un artículo publicado en
    la revista X referencias pertinentes
    a artículos publicados en esa misma revista X
    .
    Existen además otros
    condicionantes, como son el ámbito local de las investigaciones, de la revista,
    y de la lengua en que se escribe (nótese que las revistas españolas con menor
    PAC son que las que publican sus artículos en inglés).
    Si eso es así, ¿por qué excelentes revistas como cualquiera de las “top” de
    las  categorías analizadas tienen un
    nivel de autocita tan bajo? Aunque estas revistas reciben muchas autocitas, el caso es que reciben muchísimas más citas por otras revistas. Veamos el ejemplo del N
    Engl J Med: en el año 2011 recibió 37149 citas que contabilizan para el factor de
    impacto (ventana temporal de dos años: citas a artículos publicados en 2009 y
    2010). Ese enorme número (37149), que es el numerador del factor de impacto, se
    ve muy poco afectado por las 616 autocitas. Aunque 616 son muchas citas,
    37149 citas menos 616 autocitas (=36533) sigue siendo un número muy grande.
    Además, al mantenerse constante (y no muy elevado) el denominador (el número
    artículos citables en los dos mismos años, 697 para ser exactos), el factor de
    impacto del New England pasaría de 53,298 a 52,415 si se “corrigiera” por
    autocitas. Es decir, el porcentaje de autocita de las “top” es moderado a
    expensas de una frecuencia absoluta de citas muy elevada (y su impacto en el factor de impacto es
    mínimo).
    Por todo ello, creo que las revistas españolas deberían andar con cuidado
    en el escabroso juego
    del factor de impacto
    y desestimar prácticas poco éticas de autocitación,
    que acaban
    siendo evidentes en los JCR
    (PACs mayores del 30% son llamativos, y Thomson
    Reuters vigila cuando el PAC es de más del 70%
    ) y tienen un efecto
    contrario al esperado (tabla 3). Los artículos “autocitantes” como los
    mencionados serían el máximo exponente de mala praxis, pero no olvidemos que
    algunos editores “recomiendan” algo alegremente e incluso coercitivamente a los
    autores la inclusión de autocitas en los originales que evalúan (incluso,
    adjuntando una lista de “posibles artículos a tener en cuenta para su
    bibliografía”). Un estudio
    publicado en Science
    exponía que 1 de cada cinco investigadores en ciencias
    sociales y economía se veían “obligados” a incluir citas superflúas en sus
    artículos para conseguir su publicación.
      
    Tabla 3. Ejemplo de exclusión de una revista del
    Journal Citation Reports*
    La revista Journal of
    Biomolecular Structural Dynamics
     (JBSD) fue
    excluida del 2011 JCR porque su índice de impacto subió de 1,1 en 2009 hasta
    5,0 in 2010. Thomson Reuters solicitó al editor que explicara la razón de su
    éxito. Por lo que parece el editor decidió en 2009 recomendar a todos
    los autores de nuevos artículos que relacionaran su trabajo con el presentado
    en artículos recientes publicados en JBSD (supuestamente con objeto de
    mejorar la formación de los jóvenes estudiantes de doctorado que empiezan a
    leer la revista). Obviamente, la revista ha sido excluida del 2011 JCR por
    mala praxis del editor. El editor ha decidido cambiar de política (ya no
    apoyará la formación de los jóvenes doctorandos) y espera que dicho cambio le
    permita volver a entrar en el JCR (durante un par de años estará siendo
    vigilada y si corrige su mala praxis volverá a entrar en 2012 o en 2013).
    *reproducido del post “Hoy
    se ha publicado el nuevo JCR 2011
    ” publicado en el blog “Francis
    (th)E mule Science’s News
    ”.
    En cualquier caso, no olvidemos que lo que normalmente hace que un artículo
    sea aceptado para publicación y que después sea citado es su originalidad, la relevancia de los
    resultados, la validez científica de estudio y que el artículo esté bien
    escrito
    . Los buenos autores deben
    escribir buenos artículos que los buenos editores deberán reconocer y
    seleccionar para publicar en una buena revista.

    Posts relacionados en otros blogs:
     “Hoy
    se ha publicado el nuevo JCR 2011
    ”, por La Mula Francis.
    JCR 2011 – Comunicación”,
    por Rafael Repiso.

    Conflictos de intereses:
    El autor lleva 20
    años intentando publicar (y publicando) artículos como fruto de sus
    investigaciones, casi los mismos que lleva evaluando manuscritos para diversas
    revistas científicas. Además, el autor fue 5 años editor asociado y 6 años
    director de la revista
    Gaceta
    Sanitaria
    , y en la actualidad es miembro de
    su Consejo Asesor.