dilluns, 3 de setembre del 2012

Autocitas y factor de impacto en revistas biomédicas españolas















Hace unos años vi con cierta sorpresa un “artículo” en una revista biomédica española cuyo título incluía algo así como “la colección de mariposas”… llamativo título que me hizo picar y descubrir un curioso trabajo. En él que, según palabras del autor, se «repasa[ban] los acontecimientos clínicos publicados en 2007» en esa revista. Me sorprendió el formato de la compilación: «¿es necesario que una revista médica describa casi que uno por uno los “casos clínicos” que ha publicado el año anterior?». Y, claro, me cuestioné su verdadero objetivo al encontrar citadas las 17 notas clínicas… Pensé, «¿no será esta una manera sencilla de “alimentar” el número de citas a la revista para aumentar su factor de impacto?».

Tras las dudas iniciales recordé rápidamente otro artículo publicado en la misma revista unos meses antes. Lo busqué y comprobé que, de forma parecida, hacía un repaso de los 59 artículos originales publicados el año anterior. Evidentemente, esos 59 artículos estaban citados en la bibliografía del trabajo. «¿Esto no lo había visto yo antes?» me pregunté… y una navegación rápida por los sumarios de la revista me permitió identificar otro artículo similar del año anterior: recopilatorio sobre los originales publicados durante el año precedente que añade 61 citas a la revista. Todo eso me sonó a “ingeniería perversa del factor de impacto”. Tres o cuatro años después, esa revista y unas cuantas más fueron penalizada por Thomson Reuters por tener un “patrón de citación anómalo”. Aunque continúa indizada en Science Citation Index, ya lleva dos años en “observación” y, mientras tanto, no se le calcula el factor de impacto bibliográfico y tampoco aparece en los Journal Citation Reports (JCR).

Conocer las autocitas de las revistas que computan para el factor de impacto es fácil: desde hace unos años, Thomson Reuters incluye en los JCR las autocitas de las revistas. Así que  me he propuesto dar un vistazo algo más sistemático en unas cuantas revistas biomédicas, con especial atención a las revistas españolas, para explicarlo. Para ello, he seleccionado (según mi criterio personal) doce revistas españolas de diversos ámbitos biomédicos (tabla 1) para analizar su patrón de autocitas atendiendo a la tendencia del porcentaje de autocita (PAC) en los últimos años de cada revista y la comparación del PAC de la revista con el PAC medio de las 5 revistas con mayor factor de impacto en su correspondiente categoría del JCR. 

Tabla 1. Revistas seleccionadas y categoría del Journal Citation Reports (Science Edition)
Título abreviado*
Categoría
FI 2011

Med Clín (Barc)
Medicina general e interna
1,385

Rev Clin Esp
Medicina general e interna
2,008

Aten Primaria
Medicina general e interna
0,627

Rev Esp Cardiol
Sistema cardiovascular
2,530

Rev Esp Enf Dig
Gastroenterología y hepatología
1,548

Enf Inf Microbiol Clin
Enfermedades infecciosas
1,491

Neurología
Neurología clínica
0,790

An Pediatria
Pediatría
0,770

Gac Sanit
Salud pública, ambiental y ocup
1,326

Clin Transl Oncol
Oncología
1,327

Int J Dev Biol
Biología del desarrollo
2,823

Emergencias
Medicina de urgencias
2,486

*Abreviación de la US National Library of Medicine (PubMed)

En la tabla 2 se muestran los PAC en el quinquenio de estudio, para cada una de las 12 revistas, y el PAC promedio de las 5 revistas “top” (con mayor factor de impacto) de las categorías correspondientes. Se trata de los PAC que contribuyen al factor de impacto del año en cuestión, tal y como se proporcionan en los JCR. En general, los PAC de las revitas españolas son elevados (la mayoría entre un 30 y 40%) y dentro de un margen de variabilidad, se mantienen estables para cada revista. Llama la atención el elevado PAC (77%) de la Rev Clin Esp, a expensa del cual ha aumentado su factor de impacto entre 2010 y 2011 (de 0,762 a 2,008). Todas las revistas analizadas tienen PACs mucho mayores que el PAC promedio de las revistas “top” de su categoría (casi todos inferiores al 5%). El elevado PAC medio de las cinco revistas con mayor factor de impacto en la categoría “medicina de urgencias” es debido justamente a la propia contribución de la revista Emergencias, que es la tercera con mayor factor de impacto de la categoría y al mismo tiempo la revista que tiene mayor PAC.


Tabla 2. Porcentaje de autocita (PAC) que contribuye al factor de impacto según  el JCR  (años 2007 a 2011) y PAC medio de las 5 revistas con mayor factor de impacto de la categoría (2011)

                PAC de las revistas
                             (año)
PAC medio
Título abreviado*
2007
2008
2009
2010
2011

2011
Med Clín (Barc)
44,0
38,0
32,0
31,0
38,0

2,2
Rev Clin Esp
49,0
47,0
28,0
37,0
77,0

2,2
Aten Primaria
-
-
51,0
49,0
47,0

2,2
Rev Esp Cardiol
58,0
54,0
45,0
28,0
38,0

5,2
Rev Esp Enf Dig
43,0
38,0
34,0
36,0
29,0

4,4
Enf Inf Microbiol Clin
28,0
19,0
26,0
32,0
29,0

5,2
Neurología
37,0
40,0
25,0
34,0
46,0

18,0
An Pediatria
**
**
28,0
35,0
33,0

4,0
Gac Sanit
**
**
32,0
22,0
32,0

4,8
Clin Transl Oncol
**
**
7,0
3,0
5,0

1,6
Int J Dev Biol
1,0
3,0
5,0
3,0
2,0

2,2
Emergencias
**
**
**
45,0
46,0

23,8
*Abreviación de la US National Library of Medicine (PubMed); **No disponible por haber sido incluidas en los JCR con posterioridad


Sería muy simple explicar estos elevados PAC de la mayoría de las revistas biomédicas españolas analizadas en este ensayo como parte de las estrategias de los editores para incrementar el factor de impacto artificialmente, con casos extremos como el de los “artículos autocitantes” comentados al inicio. Como editor de una revista española durante algo más de dos lustros, confieso que he estado algo preocupado (por no decir algo obsesionado) por el factor de impacto de la revista, y por ello he insistido en el uso correcto de las autocitas. Autocita no es sinónimo de fraude, aunque en algunas revistas se haya recurrido a la autocita de forma fraudulenta. No creo que el factor de impacto de las revistas deba ser recalculado restando las autocitas, pues cierto grado de autocita es inevitable o, aún mejor, es algo inherente a la investigación y positivo para la revista. Creo que es muy lógico y natural encontrar en un artículo publicado en la revista X referencias pertinentes a artículos publicados en esa misma revista X. Existen además otros condicionantes, como son el ámbito local de las investigaciones, de la revista, y de la lengua en que se escribe (nótese que las revistas españolas con menor PAC son que las que publican sus artículos en inglés).
Si eso es así, ¿por qué excelentes revistas como cualquiera de las “top” de las  categorías analizadas tienen un nivel de autocita tan bajo? Aunque estas revistas reciben muchas autocitas, el caso es que reciben muchísimas más citas por otras revistas. Veamos el ejemplo del N Engl J Med: en el año 2011 recibió 37149 citas que contabilizan para el factor de impacto (ventana temporal de dos años: citas a artículos publicados en 2009 y 2010). Ese enorme número (37149), que es el numerador del factor de impacto, se ve muy poco afectado por las 616 autocitas. Aunque 616 son muchas citas, 37149 citas menos 616 autocitas (=36533) sigue siendo un número muy grande. Además, al mantenerse constante (y no muy elevado) el denominador (el número artículos citables en los dos mismos años, 697 para ser exactos), el factor de impacto del New England pasaría de 53,298 a 52,415 si se “corrigiera” por autocitas. Es decir, el porcentaje de autocita de las “top” es moderado a expensas de una frecuencia absoluta de citas muy elevada (y su impacto en el factor de impacto es mínimo).
Por todo ello, creo que las revistas españolas deberían andar con cuidado en el escabroso juego del factor de impacto y desestimar prácticas poco éticas de autocitación, que acaban siendo evidentes en los JCR (PACs mayores del 30% son llamativos, y Thomson Reuters vigila cuando el PAC es de más del 70%) y tienen un efecto contrario al esperado (tabla 3). Los artículos “autocitantes” como los mencionados serían el máximo exponente de mala praxis, pero no olvidemos que algunos editores “recomiendan” algo alegremente e incluso coercitivamente a los autores la inclusión de autocitas en los originales que evalúan (incluso, adjuntando una lista de “posibles artículos a tener en cuenta para su bibliografía”). Un estudio publicado en Science exponía que 1 de cada cinco investigadores en ciencias sociales y economía se veían “obligados” a incluir citas superflúas en sus artículos para conseguir su publicación.
  
Tabla 3. Ejemplo de exclusión de una revista del Journal Citation Reports*
La revista Journal of Biomolecular Structural Dynamics (JBSD) fue excluida del 2011 JCR porque su índice de impacto subió de 1,1 en 2009 hasta 5,0 in 2010. Thomson Reuters solicitó al editor que explicara la razón de su éxito. Por lo que parece el editor decidió en 2009 recomendar a todos los autores de nuevos artículos que relacionaran su trabajo con el presentado en artículos recientes publicados en JBSD (supuestamente con objeto de mejorar la formación de los jóvenes estudiantes de doctorado que empiezan a leer la revista). Obviamente, la revista ha sido excluida del 2011 JCR por mala praxis del editor. El editor ha decidido cambiar de política (ya no apoyará la formación de los jóvenes doctorandos) y espera que dicho cambio le permita volver a entrar en el JCR (durante un par de años estará siendo vigilada y si corrige su mala praxis volverá a entrar en 2012 o en 2013).
*reproducido del post “Hoy se ha publicado el nuevo JCR 2011” publicado en el blog “Francis (th)E mule Science's News”.

En cualquier caso, no olvidemos que lo que normalmente hace que un artículo sea aceptado para publicación y que después sea citado es su originalidad, la relevancia de los resultados, la validez científica de estudio y que el artículo esté bien escrito. Los buenos autores deben escribir buenos artículos que los buenos editores deberán reconocer y seleccionar para publicar en una buena revista.


Posts relacionados en otros blogs:
 “Hoy se ha publicado el nuevo JCR 2011”, por La Mula Francis.
JCR 2011 – Comunicación”, por Rafael Repiso.


Conflictos de intereses:
El autor lleva 20 años intentando publicar (y publicando) artículos como fruto de sus investigaciones, casi los mismos que lleva evaluando manuscritos para diversas revistas científicas. Además, el autor fue 5 años editor asociado y 6 años director de la revista Gaceta Sanitaria, y en la actualidad es miembro de su Consejo Asesor.